sábado, 26 de noviembre de 2011

Adivina

Dejas impregnado tu aroma en cada rincón del alma, la cual atraviesas sin motivo ni razón. Eres la belleza más profunda para el corazón y puedes ser la culpable de su llanto, de su dolor, pero a la vez la causa de que un sueño pueda pertenecer a la realidad. Careces de explicaciones y a veces te sobran las palabras, puede que sean innecesarias, puede que no. En cualquier caso creo que todas las palabras son buenas, su colocación en la frase es lo que altera su significado. Tu en cambio no. Siempre significas lo mismo, eres una de las pocas cosas en la vida que pese a ello no resulta monótona. Vivimos condenados a necesitarte casi cada instante, al igual que nos obligas a odiarte en el transcurso de tu paso por el corazón. La necesidad de creer en ti es tal, que consigues que contigo se fantasee, se ilusione, se cree algo más allá de lo inexistente, de lo inexplicable. Porque los sentimientos no son algo palpable a nuestras manos, pero tu eres el único capaz de rozar nuestro corazón y apretarlo con fuerza hasta notarlo engarrotado, y de acariciarlo como una brisa extrayendo la culpa por amar lo que no es amado. 





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